lunes, 10 de octubre de 2011

Origen de los mitos de "Día de Muertos"

Ray Bradbury en su novela "El árbol de la noche de Brujas" presenta una reflexión que me parece es la más cercana a la explicación de estos mitos.

Cuando tú y tus amigos os morís todos, los días, no hay tiempo para pensar en la Muerte ¿ver­dad? Sólo tiempo para correr. Pero cuando ya por último dejáis de correr... Tocó los muros.

Los hombres-monos quedaron paralizados en mi­tad de un movimiento.

–...ahora tenéis tiempo de pensar de dónde venís, adonde vais. Y el fuego alumbra el camino, muchachos. El fuego y el relámpago. Los luceros que brillan al alba. Un fuego protector en vuestra propia caverna. Sólo a la luz de las hogueras noctur­nas pudo por fin el cavernícola, el hombre-bestia, ensartar pensamientos en una vara y ponerlos al fuego aderezándolos con un zumo de inquietud. El sol moría en el cielo. El invierno llegaba como una gran bestia blanca, sacudiendo la pelambre, y ente­rraba al sol. ¿Regresaría alguna vez la primavera?


¿Renacería el sol con el nuevo año o seguiría muer­to? Los egipcios se lo preguntaron. Los caverníco­las se lo preguntaron un millón de años antes. ¿Sal­drá el sol mañana cuando amanezca?


–¿Y es ese el origen de la Noche de las Brujas?

Esas largas meditaciones nocturnas, mucha­chos. Y siempre allí, en el centro, el fuego. El sol. El sol sucumbiendo para siempre bajo el cielo frío, aterrorizando al hombre primitivo. Aquella era la Gran Muerte. Si el sol desaparecía para siempre, entonces ¿qué?


"Y a mediados del otoño, mientras todo moría, los hombres-monos se agitaban en sueños, recordaban a los muertos del año anterior. Los espectros llama­ban desde dentro de las cabezas. Recuerdos, eso son los espectros, pero los hombres-monos no lo sabían. Detrás de los párpados, en las horas tardías de la noche, aparecían los espectros de la memoria, salu­daban, bailaban, y entonces los hombres-monos despertaban, echaban ramitas al fuego, lloraban, se estremecían.

Podían ahuyentar a los lobos, pero no a los recuerdos, no a los fantasmas. Entonces se acurrucaban, rezaban pidiendo que llegase la primavera, vigilaban el fuego, agradecían a dioses invisibles las cosechas de frutos y bayas."


¡Noche de Brujas, en verdad! Hace un millón de años, en el otoño, en una caverna, con las cabe­zas pobladas de fantasmas, y el sol perdido.

De ahí cada comunidad ha creado distintos ritos para proteger al Sol o a sí mismos de la muerte y los muertos. A los que debemos tratar bien para que no cobren justicia por el olvido.

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